Enamorarse de la primer versión: el efecto Ikea
En el proceso creativo es común que un diseñador se sienta fascinado con su primer boceto o incluso con esa versión que cree “definitiva”. Esa conexión emocional es natural y hasta tiene nombre: efecto Ikea. Este sesgo cognitivo dice que tendemos a darle más valor a algo en lo que metimos mano, aunque sea para ajustar un tornillo o agregarle unos huevos. Pusimos tiempo y esfuerzo, por lo tanto vale más.
Pero ese mismo apego puede convertirse en un obstáculo. Cuando no logramos distanciarnos de nuestro propio diseño, no podemos detectar fallas en la jerarquía visual, en la legibilidad o en pequeños desajustes que restan claridad y equilibrio al conjunto de elementos gráficos.
El ego del diseñador muchas veces nos juega en contra: nos convence de que “ya está perfecto”. Pero la verdad es que ningún diseño está terminado al primer intento. Todo diseño siempre es mejorable.
Distancia emocional: el antídoto contra el ego
Una de las mejores prácticas en diseño —y en cualquier disciplina creativa— es dejar «reposar» el trabajo. Como si fuera una masa de pan. Guardar el archivo, apagar la pantalla y volver al día siguiente. Ese descanso visual y mental funciona como un filtro: lo que ayer parecía terminado, hoy podemos verlo con ojo crítico.
La distancia emocional nos permite observar con más objetividad y tomar decisiones más acertadas. Diseñar no es solo crear, también es editar, pulir y mejorar.

Lo que dicen los grandes diseñadores
Si hasta acá no te convencía la idea de dejar «leudar» tu diseño, leé lo que dicen estos diseñadores que aplican esta técnica en su día a día.
- Jessica Hische, diseñadora e ilustradora, asegura: “El trabajo mejora cuando lo dejo reposar. A veces basta una noche de sueño para volver a mirarlo con claridad y detectar lo que antes estaba oculto.”
- Paul Rand, pionero del diseño gráfico moderno, repetía que “el diseño es un proceso de edición constante”, en el que la pausa y el retorno son parte del ciclo creativo.
- Mike Kus, diseñador web, cuenta en entrevistas que nunca entrega una propuesta sin “guardarla en el cajón” unas horas: “Siempre hay algo que ajustar cuando vuelvo. Es como ver el diseño con los ojos de otra persona.”
La experiencia de estos diseñadores refuerza la idea: el tiempo es una herramienta de diseño tan valiosa como el color o la tipografía.
Cómo ejercitar la autocrítica constructiva
El descanso por sí solo no basta; hay que volver con actitud crítica. Al reabrir tu archivo después de una pausa, pregúntate:
- ¿Comunica con claridad lo que quiero transmitir?
- ¿El recorrido visual es intuitivo?
- ¿Hay elementos que podría simplificar o eliminar?
- ¿Es coherente con la identidad del proyecto?
Estas preguntas funcionan como un checklist para detectar ajustes y mejoras sin caer en la sobrecarga de cambios.
Diseñar, descansar, mejorar
El acto de diseñar no termina cuando presionamos guardar. Termina cuando volvemos al trabajo después de una pausa, con ojos frescos y mente despejada, listos para ver lo que antes pasaba inadvertido.
No pensemos en ese descanso como una pérdida de tiempo, porque es parte esencial del proceso creativo. Recordémoslo siempre: todo diseño es mejorable. Y la herramienta más poderosa para verlo es tomar distancia.
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