El diseño inmersivo ya no se limita a mostrar información estática. Hoy las páginas y aplicaciones se transforman en espacios interactivos donde el usuario puede explorar y participar. La realidad aumentada (AR), la realidad virtual (VR) y los elementos en 3D interactivos se consolidan como protagonistas. Estas tecnologías, también conocidas como interacciones inmersivas y que hasta hace poco se reservaban a nichos específicos, hoy están transformando sectores como el retail, el turismo, la educación y la arquitectura.

¿Qué son las interacciones inmersivas?
Las interacciones inmersivas son experiencias digitales que buscan que el usuario sienta que está dentro del contenido, en lugar de limitarse a observarlo desde afuera.
- Realidad aumentada (AR): permite superponer objetos digitales sobre el mundo físico a través de dispositivos móviles o gafas, logrando que lo digital conviva con lo real. Pionera en esto fue IKEA Place, una app que permitía ver cómo quedaría un mueble en tu casa antes de comprarlo.
- Realidad virtual (VR): sustituye completamente lo que vemos y nos transporta a entornos digitales diseñados para envolvernos. Por ejemplo, con unas gafas de VR podés recorrer un museo virtual o hacer un tour en cualquier país sin salir de tu casa. Por ejemplo, Bilbo VR te permite visitar la ciudad de Bilbao como si estuvieras ahí.
- Elementos 3D interactivos: son objetos que aparecen en pantalla y que el usuario puede mover, rotar o personalizar sin necesidad de dispositivos adicionales. Un ejemplo común es el visor 3D de productos en tiendas online, donde podés ver un zapato o un celular desde todos los ángulos. Un ejemplo aplicado a la ciencia es el Eyes de la Nasa, donde podés explorar la tierra o el sistema solar directamente en la pantalla de tu teléfono o computadora.
Las tres tecnologías comparten un mismo objetivo: convertir la interacción digital en una experiencia activa, adonde el usuario se involucra de manera directa con la marca o el producto.
Resultados inmediatos
La efectividad de estos recursos se puede comprobar, por ejemplo, en los e-commerces, los probadores virtuales y las vistas 360°, donde facilitan la decisión de compra. En la industria turística, los recorridos digitales permiten visitar museos o elegir un hotel sin moverse de casa. En educación, los simuladores permiten hacer prácticas de forma segura, y ver de cerca lugares que no están a la mano de cualquiera. En arquitectura, las maquetas 3D ayudan a comprender cada detalle de un proyecto.
Consejos para diseñadores y empresas
Adoptar estas tecnologías no implica comenzar con proyectos de gran escala. Una estrategia efectiva es introducir micro experiencias, como un producto en 3D que pueda rotarse en pantalla, un filtro sencillo de AR o un recorrido virtual básico.
El equilibrio entre estética y rendimiento es otro factor clave. Las experiencias inmersivas deben ser atractivas, pero también ligeras y rápidas de cargar para no generar frustración en los usuarios.
Conclusión
El futuro del diseño web se proyecta inmersivo y tridimensional. La realidad aumentada, la realidad virtual y los elementos 3D ya no son promesas futuristas, sino herramientas disponibles que marcan un nuevo estándar de interacción digital. Para las marcas y los diseñadores, el desafío no está en preguntarse si deben adoptarlas, sino en cómo integrarlas de manera creativa y funcional.
En Bitskingdom estamos convencidos de que la web de 2025 será un espacio para interactuar y emocionarse, donde la experiencia será tan importante como el contenido mismo.