Personalización de dispositivos: ¿hay demasiadas opciones?

Widgets, atajos, extensiones, qué confuso todo.

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por | Oct 8, 2025 | Diseño UX/UI

Volvés de las vacaciones y elegís la foto más linda para fondo de pantalla de la computadora. Así sentís que duran un poco más. Abrís el celular y ahí está la foto de tus hijos entrando al mar. Encontrar esa foto a cada rato se siente bien. Y cuando te llaman por teléfono, suena ese ringtone que te tomaste un buen rato en elegir.

Todo esto es posible gracias a la personalización o customización de dispositivos. Es ese proceso mediante el cual una persona ajusta, modifica o adapta la apariencia y/o el comportamiento de un dispositivo tecnológico —como un celular, computadora o smartwatch— según sus gustos, necesidades o identidad. Esto puede incluir desde cambiar el fondo de pantalla y el tono de llamada, hasta instalar launchers que transforman por completo la interfaz o configurar atajos programables avanzados.

Personalizar no es solo decorar: es una forma de apropiarse del dispositivo, hacerlo sentir más personal, útil y cómodo. O divertido. Es también una forma de comunicación no verbal: lo que mostramos en nuestra pantalla dice algo sobre nosotros. Y como veremos, esa necesidad de “hacer propio” un objeto cotidiano tiene raíces muy profundas.

Imagen de playa que representa usar fotos de vacaciones para personalizar el celular.

La psicología detrás de la personalización

¿Por qué nos gusta personalizar el celular o la computadora? En términos psicológicos, la personalización cumple varias funciones clave. No se trata únicamente de estética o comodidad: es un reflejo de la manera en que nos relacionamos con los objetos y proyectamos en ellos parte de nuestra identidad. Dicho de otra manera, los objetos tecnológicos son extensiones del yo: los usamos para expresarnos, organizarnos e incluso entendernos mejor.

Ese es el mecanismo que está detrás de los mensajes publicitarios, por ejemplo. Las empresas saben que cuando recibimos un mail de una marca llamándonos por nuestro nombre, reaccionamos favorablemente y casi siempre lo abrimos.

Dicho por expertos: Psychology Today explica que “las cosas materiales son más que herramientas, hábitats y medios de transporte. Son las circunstancias de quiénes hemos sido, quiénes somos ahora y quiénes seremos en el futuro.” Eso explica un montón.

En la misma línea, Martín Juez profundiza: “Pocos objetos nos merecen un momento de atención y se revelan conscientemente como modificadores de nuestras actitudes, pensamientos y estados de ánimo; usamos una interminable lista de objetos rutinariamente… estos objetos se integran a nuestra vida y a nuestros comportamientos, pero a la vez nos obligan a comportarnos de cierta manera.»

La evolución de la personalización de dispositivos

Podemos remontarnos a los años 80, cuando las primeras computadoras personales permitieron a los usuarios cambiar sus fondos de pantalla o el protector de pantalla. Aquello fue el primer gesto simbólico de apropiación en el mundo digital.

El gran salto llegó en los años 2000 con los celulares. Por ejemplo, en 2003-2004 era común grabar ringtones personalizados, incluso con la propia voz: “Mamá, te estoy llamando”. Cada llamada se volvía una pequeña expresión de vínculo o humor.

En 2007, el iPhone cambió las reglas del juego. La interfaz táctil, las apps y los widgets ofrecieron una nueva dimensión de personalización. Ya no era solo estética: era funcional. La pantalla podía mostrar clima, tareas, recordatorios y accesos directos configurables.

Durante la década de 2010, Android expandió aún más las posibilidades. Con launchers como Nova o Smart Launcher, se podía rediseñar la experiencia completa. Las apps para automatización como Tasker permitían comportamientos contextuales: que el teléfono bajara el brillo si detectaba que estabas en el cine, o que se conectara automáticamente a cierto Wi-Fi al llegar a casa.

Hoy, en 2024, llegamos al extremo: dispositivos que rotan fotos personales por hora, accesos directos basados en IA, widgets dinámicos, y una pantalla de inicio que es tan única como una huella digital.

El lado A: los efectos positivos de la customización

  • La personalización puede ayudar a filtrar contenido irrelevante, facilitando que el usuario se enfoque en lo que le interesa realmente.
  • Permite la autonomía, sobre todo con quienes necesitan personalizaciones específicas para accesibilidad. Voces que leen textos, automatizaciones que avisan mediante una vibración que alguien está llamando a la puerta son ejemplos de personalizaciones súper útiles.

El lado B: los efectos negativos de la personalización

  • La personalización automática, sin control por parte del usuario, puede generar una sensación de invasión de la privacidad.
  • La dificultad para revertir cambios puede generar frustración y ansiedad, como explicamos en el siguiente apartado.
  • La oferta enorme de apps, widgets y extensiones puede confundirnos y llevarnos a descargar o activar aplicaciones peligrosas.

El punto en el que estamos ahora: ¿demasiado de todo?

La personalización actual es tan potente que puede volverse un problema en sí misma. Aquí tres dificultades comunes que enfrentan usuarios de Android y iOS:

1. Sobrecarga visual y confusión
Cambiar fondos animados, íconos y widgets dinámicos puede generar caos visual. Usuarios con fondos que cambian cada hora (muy común con iOS) descubren que, al combinarse con transparencias tipo “Liquid Glass”, todo se ve confuso o ilegible.

2. Desorientación funcional
Muchos usuarios personalizan su pantalla de inicio o los gestos de navegación… y luego olvidan cómo lo hicieron o no saben cómo revertirlo. Esto es especialmente común con launchers en Android o automatizaciones hechas con atajos en iOS.

3. Problemas de rendimiento y compatibilidad
Algunas personalizaciones, como widgets de terceros o efectos visuales avanzados, pueden consumir demasiados recursos. Esto provoca lentitud, recalentamiento o errores en dispositivos menos potentes. En Android, incluso hay personalizaciones que desactivan notificaciones críticas sin que el usuario lo note.

Reflexión final: el equilibrio entre personalización y simplicidad

Personalizar es un derecho, una herramienta y una forma de expresión. Pero también puede volverse una trampa. A veces personalizamos tanto que ya no recordamos cómo funcionaba todo al principio. Nos enredamos en configuraciones, atajos, automatizaciones… y perdemos claridad.

Quizás la clave esté en volver al centro: personalizar para mejorar, no solo para lucirse o sentir control. La tecnología más poderosa es la que se adapta a nosotros sin hacernos trabajar de más.

En ese punto intermedio —entre la rigidez de fábrica y el caos creativo— tal vez esté el verdadero “dispositivo ideal”.

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