El poder del diseño con propósito: diseñar para la gente

Una defensa apasionada del diseño centrado en las personas

Jun 26, 2025 | Diseño UX/UI

«Diseño gráfico para la gente», de Jorge Frascara, no necesita presentación entre quienes alguna vez pensaron que diseñar no es (solo) hacer que algo se vea bonito. Pero por si alguien se distrajo en la clase, acá va una mini-mini síntesis: este libro es una defensa apasionada del diseño gráfico como una práctica centrada en las personas. No en los objetos, no en los premios, y mucho menos en el diseñador-artista que diseña para lucirse.

Frascara propone una visión del diseño en la que el objetivo no es la estética, sino la efectividad comunicativa. Su idea es clara: el diseño debe ser comprensible, útil y ético. Y el diseñador, lejos de ser un autor solitario o un artista incomprendido, es un mediador entre quienes necesitan comunicar algo y quienes necesitan comprenderlo.

Libro rojo que representa lectura potenciada por inteligencia artificial

El diseño como acción social

En el enfoque de Frascara, el diseño gráfico es una actividad profundamente social. Se ocupa de facilitar la vida de las personas mediante mensajes claros, bien pensados, y que respondan a necesidades reales. Y aunque escribió su obra en un mundo pre-Figma y definitivamente pre-asistentes de IA los desafíos que aborda —como la comunicación en salud pública, la educación o los entornos institucionales— hoy día siguen siendo igual de relevantes.

Diseñar no es embellecer. Es resolver problemas de comunicación. Y para eso, hay que comprender el contexto, al público y las consecuencias de cada decisión visual.

¿Para quién estamos diseñando?

Frascara insiste en que el diseño gráfico no puede ser autoreferencial. Su propósito no es complacer al cliente ni impresionar a colegas, sino servir a los usuarios finales. Y eso requiere investigar, escuchar, empatizar.

Diseñar para la gente implica entender sus capacidades cognitivas, sus niveles de alfabetización visual, sus barreras culturales. También implica hacerse responsable: si el mensaje no se entiende, si confunde, si desinforma, el problema no es del usuario, sino del diseño.

Medir, no suponer: el diseño debe ser verificable

Para Frascara, un diseño no se evalúa por gusto o estilo. Se evalúa por su impacto real: ¿funciona?, ¿logra lo que se propone?, ¿genera el cambio buscado?

Esto transforma la práctica del diseño en un proceso que debe ser evaluado y ajustado, no defendido por capricho. Diseñar bien, entonces, también es medir, testear, iterar y justificar con evidencia.

Colaborar para comunicar mejor

Otra dimensión crucial del pensamiento de Frascara es su defensa del trabajo interdisciplinario. Diseñar campañas de salud, mejorar la comunicación en instituciones públicas o crear materiales educativos eficaces no es tarea de una sola disciplina. El diseñador debe trabajar con médicos, educadores, sociólogos, comunicadores.

Incluso, idealmente, los usuarios deberían formar parte del proceso. Porque el diseño no es solo para ellos, es con ellos.

El compromiso ético del diseñador

Frascara no deja margen para la neutralidad. El diseño comunica ideología. Refuerza o cuestiona estructuras. Excluye o incluye. Informa o manipula. Por eso, el diseñador tiene una responsabilidad ética: debe preguntarse a quién está sirviendo con su trabajo, y con qué efectos.

Diseñar para la gente, en este sentido, es también diseñar con conciencia.

Conclusión: diseñar para servir, no para brillar

Volver a leer a Frascara es recordar que el diseño gráfico no tiene como objetivo la exhibición de su autor, sino que cumple una función social. Es usar el conocimiento visual para mejorar la vida cotidiana, facilitar la comprensión, fortalecer las instituciones y acompañar a las personas en sus decisiones.

Diseñar para la gente es, en definitiva, diseñar con propósito.

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