Personalización es adaptar un producto o contenido a las preferencias o el comportamiento de cada usuario.
La palabra viene del latín persona (máscara teatral, luego “individuo”) y hace referencia a ajustar algo “para alguien en particular”. En el mundo moderno, la personalización aparece en todos lados: desde una taza con tu nombre impreso hasta el feed de TikTok que se acomoda a lo que mirás.
En marketing y tecnología, la personalización es la clave para que la gente sienta que una marca “la entiende”. Si Netflix te recomienda series según lo que viste, eso es personalización. Si un e-commerce te muestra zapatillas en tu talle favorito, también. La diferencia con lo “genérico” es que acá el contenido, producto o mensaje cambia según tus preferencias, tu historial o tu comportamiento.
El atractivo está en la relevancia: recibís menos cosas que no te interesan y más que sí. Pero también trae debates sobre privacidad, porque para personalizar, las empresas suelen recopilar datos. La personalización, bien usada, puede mejorar la experiencia y la relación con una marca; mal usada, puede volverse invasiva.
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